1.2. Justificación
Actualmente, la mayoría de los países de la Unión Europea incluyen el pensamiento computacional en los currículos de educación primaria y secundaria obligatoria, tal y como evidencia el informe Reviewing Computational Thinking in Compulsory Education (Bocconi et al., 2022). En el informe del Join Research Center elaborado por Bocconi et al. (2016) ya se identificaban dos razones por las que los gobiernos tendían a incluir cada vez más el pensamiento computacional en los currículos. En primer lugar, para que los niños y jóvenes puedan «pensar de forma diferente, expresarse a través de una variedad de medios, resolver problemas del mundo real y analizar temas cotidianos desde una perspectiva diferente». Y, en segundo lugar, «para impulsar el crecimiento económico, cubrir los puestos de trabajo TIC y prepararse para futuros puestos de trabajo».
La relación entre programación y pensamiento computacional es muy estrecha. Sin embargo, la finalidad del pensamiento computacional no es aprender a programar, sino desarrollar habilidades que permitan un pensamiento reflexivo y resolutivo de problemas, atendiendo a necesidades sociales de distinto tipo, con la ayuda de las herramientas informáticas que tenemos en nuestro entorno cotidiano (Ballarades; Avilés; Pérez, 2016). Por este motivo, la tendencia de los currículos actuales es situar el pensamiento computacional en el ámbito de la competencia digital. Este hecho se pone de manifiesto en los diferentes marcos de referencia de la competencia digital que han publicado UNESCO (2018), JRC European Union (2017), ISTE (2021, 2017) e INTEF (2017), en los que el pensamiento computacional toma protagonismo en algunas de las áreas que se describen.
La literatura sobre el pensamiento computacional en edades escolares cuenta con un considerable número de publicaciones, pero hasta la fecha no existe un amplio consenso sobre los contextos y las didácticas más apropiadas para su enseñanza. Sin embargo, los autores y autoras coinciden en su importancia en la formación de niños y jóvenes. Las distintas miradas convergen en la idea de que en la sociedad digital el pensamiento computacional es de gran valor desde el punto de vista educativo, social, cultural y económico. Permite resolver problemas científicos y tecnológicos, pero también de otros muchos ámbitos. Fomenta la práctica del trabajo colaborativo, la creatividad y el razonamiento lógico. Y consolida la fluidez para comunicar ideas de forma efectiva y creativa (Resnick y Rusk, p. 122), entre otros. Por eso, autores como Bers et al. (2019, p. 131) definen el pensamiento computacional como una competencia fundamental del siglo xxi.